Las acciones de los empleados para llevar a cabo las obligaciones y objetivos de sus funciones se denominan conducta laboral. Algunos ejemplos son completar un inventario para presentar a final de mes reportes y trabajar con otros trabajadores del departamento para completar un proyecto.
El comportamiento en el trabajo se basa en la acción; se refiere a la forma en que un empleado desempeña sus funciones y completa sus tareas. La actitud en el trabajo, en cambio, tiene más que ver con las ideas y las emociones. Se refiere a cómo se siente un empleado sobre muchas partes de su empleo, como el trabajo que hace, sus interacciones con compañeros y jefes, y cómo ve la organización para la que trabaja.
Para bien o para mal, las actitudes influyen en el comportamiento de las personas en el trabajo. Por ejemplo, un trabajador con una actitud positiva podría estar más inclinado a dedicar más tiempo y esfuerzo a un proyecto, lo que se traduciría en un mejor rendimiento. Como resultado de su actitud, podría forjar lazos más profundos entre sus compañeros de trabajo, ser más amable con los nuevos miembros del equipo y motivar a los demás para que trabajen duro. Por el contrario, un trabajador con una actitud laboral deficiente que se sienta infravalorado, insatisfecho o insatisfecho con su puesto puede mostrar rasgos como poca atención al detalle, críticas duras o excesivas, absentismo, etc., hasta el punto de afectar negativamente al rendimiento del departamento en su conjunto.
Descubrir formas de mejorar las operaciones de su empresa, la cultura del lugar de trabajo y la marca de empleador depende de su capacidad para comprender cómo se comporta su gente en el trabajo.
En última instancia, el comportamiento y las interacciones de los miembros de un equipo repercuten en los resultados de una empresa. Por lo general, una conducta positiva y profesional fomenta la productividad y eleva el prestigio de una empresa, mientras que una conducta deficiente y poco profesional inhibe su expansión.
Para que una empresa tenga éxito es necesario contar con empleados no sólo competentes y formados, sino también colocados en puestos que aprovechen sus puntos fuertes y débiles organización. Cada función exige una serie de habilidades diferentes, y cuando se coloca a las personas adecuadas en puestos en los que sus estilos de trabajo son ventajosos, los empleados pueden participar en su trabajo de forma más sencilla y productiva.
Un miembro del equipo que asume tareas y se ofrece a ayudar es un líder en el lugar de trabajo. Estas personas suelen tener en mente sus triunfos y los objetivos del proyecto. Es crucial evaluar cómo interactúan los líderes naturales de tu empresa con los demás miembros del equipo.
Algunos miembros del equipo con gran capacidad de pensamiento creativo pueden encontrar soluciones a problemas que parecen irresolubles. Estas personas disfrutan ideando nuevos conceptos.
Algunos miembros del equipo pueden ser aislacionistas a los que les gusta trabajar solos y tienen más éxito en la gestión de proyectos en solitario. Como gestor, puedes motivar a un miembro aislado del equipo para que asuma riesgos y complete las tareas con la ayuda de otros miembros del equipo.
Las personas agradables evitan la confrontación en el trabajo concentrándose en establecer vínculos con la gente. Quieren ser positivos y populares con todo el mundo. Suelen ofrecerse a asumir más tareas en el trabajo.
Los comunicadores pasivos deciden no compartir sus sentimientos o ideas sobre el trabajo con los demás para mantener a todos contentos. En algunas circunstancias, como cuando las emociones están a flor de piel, la comunicación pasiva puede ser útil. Cuando supervise a un miembro del equipo que sea pasivo, fije plazos con antelación para asegurarse de que tiene tiempo suficiente para completar sus tareas.
Los miembros pasivo-agresivos del equipo mezclan aspectos de los estilos de comunicación pasivo y agresivo. Las personas pueden parecer pasivas, pero en realidad están expresando su descontento de formas subversivas, como aplazando la finalización de tareas.
El éxito de una carrera y la conducta laboral pueden verse influidos por la actitud ante el trabajo. La complejidad de la personalidad, que incluye los pensamientos, los hábitos emocionales y de conducta de una persona, puede influir en la forma de enfocar nuestro trabajo.
El liderazgo puede mejorarse conociendo mejor la personalidad de los empleados. Las funciones pueden cambiarse para destacar y desarrollar los talentos de un empleado.